Sin embargo, por más que rasco en mi memoria, no logró encontrar un buen recuerdo de aquel día en todos los años de mi niñez. Pero claro, ahora sé que expresar tus sentimientos no era, ni es, una de tus principales virtudes precisamente.
Pero es curioso, a pesar de todo, año tras año, mantenía la misma ilusión quizá creyendo que algún día sería posible recibir ese beso, ese abrazo, esas palabras bonitas hacia mí y hacia lo que había hecho para ti. Desde mi perspectiva de adulta y ahora como madre, entiendo que un niño lo que más necesita es la aprobación de sus padres, recibir todo el amor posible y sentir la seguridad de ser alguien importante para ellos. Ahora sé que esa es la base de la autoestima tan importante para ser un adulto libre, capaz de amarse y por lo tanto de amar a los demás.
Llevo todo el día dándole vueltas a la idea de llamarte para felicitarte el día. Finalmente he decidido no hacerlo, porque mirando dentro de mi he llegado a la conclusión de que si tanto me cuesta coger el teléfono y marcar tu número, será porque realmente no me sale hacerlo y si algo he aprendido es que cuando algo no sale, no sale, y es inútil obligarse o engañarse a uno mismo por quedar bien, por el que dirán o por cualquier otro motivo externo que no tenga nada que ver realmente con uno mismo.
Sin embargo espero algún día ser capaz de poder decirte a la cara que te perdono por no haber sido el padre que yo necesitaba. Pedirte perdón por no haber entendido hasta ahora que tu también fuiste un niño carente de amor, autoestima y seguridad, por lo que es imposible que puedas saber lo que es el amor hacia ti mismo o hacia cualquiera que te rodee. Decirte lo siento por no haber tenido nunca una relación entre nosotros como a los dos nos hubiera gustado. Sólo espero que si llega ese día, no sea demasiado tarde.
Feliz día de padre, papá.