miércoles, 27 de noviembre de 2013

Compañeros de trabajo

Este post es un especie de reto, gracias por la idea, pero que sólo con el título me ha hecho pensar bastante, sobre todo como estructurarlo y dar mi punto de vista.

Bien, empezaré diciendo que el ambiente laboral de cualquier empresa, es como una especie de ecosistema humano que normalmente refleja las carencias propias de cada persona y donde muchas de ellas, a través de su comportamiento, reflejan sus necesidades más profundas a nivel emocional.

Tenemos casos negativos que por desgracia suelen existir en prácticamente cualquier empresa:

El trepa: es aquel que pasará por encima de cualquier compañero con tal de progresar en la empresa y que se adjudicará logros de otros sin que se le mueva un solo pelo. En mi opinión, este tipo de personas no son más que seres emocionalmente inseguros, que necesitan destacar y ser reconocidos, de autoestima bastante baja y con poca capacidad para empatizar con los demás. 

El criticón: es aquel que se pasa el día hablando mal de otros compañeros o jefes y que siempre encuentra algo malo en los demás. En este caso, y repito, en mi humilde opinión, suele ser la envidia la que mueve a alguien a criticar a otro, sobre todo en casos repetitivos, como este que acabo de describir. La envidia no deja de ser una muestra de baja autoestima una vez más, y de rabia contenida que se expresa a través del ataque hacia los otros.

El eterno enfadado: ¿quien no ha tenido un compañero o jefe que parece que todos los días esta enfadado, con cara de pocos amigos y que siempre esta demasiado ocupado para ayudar a los demás? Este es un claro ejemplo de alguien lleno de rabia y que probablemente no se acepte a sí mismo lo que le lleva a no aceptar a los demás y expresa su rabia de manera frecuente enfadándose con facilidad y excluyéndose en cierto modo del grupo. 

El pelota: por desgracia también abundan. Son aquellos que son incapaces de decir que no, principalmente a los jefes, aunque para ello tengan que perjudicar a otro compañero. Para mi, la descripción del estado emocional de este tipo de trabajador, es el de alguien lleno de miedo. Miedo a ser despedido, a que el jefe no le valore lo suficiente, probablemente porque el mismo tampoco se da ese valor, por lo que de nuevo llegamos a un caso de falta de autoestima. 

El victimista: es aquel que se queja por todo, nada le parece bien, por regla general todo lo malo le pasa a el y no tiene culpa de nada. No se suele responsabilizar de sus errores y escurre el bulto con gran facilidad. Lo más probable es que este tipo de persona, no se sienta feliz en general con nada de su vida. Se siente desgraciado, y acumula tristeza lo que hace que le cubra un halo de negatividad que sólo ayuda a que "todo" lo malo le pase a el.

Puede que existan otros casos negativos pero quizá destacaría estos porque son fáciles de detectar y bastante comunes, me atrevería a decir que prácticamente en cualquier empresa. Yo diría que hay que tener cuidado con ellos, pero lo cierto es que sí profundizamos más allá de la cara que muestran este tipo de personas, entendiendo lo que les pasa por dentro, las emociones que sienten y las carencias que hacen que su comportamiento sea como es, es bastante probable que nos sea más fácil entenderles y saber como evitar que, su negativad en unos casos, y su mal hacer en otros, nos afecte. 

Luego tenemos casos positivos, por supuesto, que sin tener porque ser antagonistas de los que he explicado anteriormente, pueden hacer que tengamos cierto feeling y podamos hacer grupo, habiendo un mínimo de compañerismo con ellos. 

En cualquier caso, lo cierto es que pasamos más tiempo rodeados de compañeros de trabajo que con nuestra propia familia lo que hace que, normalmente, y salvo casos extremos negativos como los descritos al principio, podamos llegar a sentir cariño por ellos, aprecio y tener una relación más personal que la meramente de trabajo. Contar cosas de nuestra vida, compartir tiempo fuera del propio horario del trabajo que nos permita conocernos más allá de la vida laboral. En algún caso es posible que incluso pueda surgir una gran amistad, lo sé de primera mano, e incluso el amor, que también conozco algunos casos de parejas que se formaron en el trabajo. 

Y es que en realidad nadie es verdaderamente él mismo en el trabajo, si algo he aprendido a través de mis años laborales, es que las personas cambian mucho en la oficina y fuera de ella. Y aunque evidentemente lo que ocurre dentro afectará irremediablemente a la relación fuera, si somos capaces de entender, empatizar y llegamos a conocer a las personas a un nivel más profundo, será más fácil que entendamos su comportamiento como compañeros de trabajo, entendiendo sus carencias fuera, comprenderemos sus excesos dentro, y sí somos capaces de equilibrar todo ello, es muy posible que podamos pasarlo bien dentro del trabajo y mejor que bien fuera de él con ellos. 

En mi caso personal, aparte del desarrollo laboral a nivel profesional que supone, obtengo un sorprendente aprendizaje sobre el comportamiento humano cada día, gracias a la relación con el resto de compañeros. Destacaría lo mucho que me ayuda a entender el comportamiento masculino principalmente, por el hecho de que la mayoría de mis compañeros son hombres debido al tipo de trabajo que desempeño. Por otro lado, esto me ha obligado, en cierto modo, a ser uno más de ellos en cuanto a conversaciones, bromas y momentos de risas. Porque sí quiero estar ahí, competir y estar a su nivel laboralmente hablando, no me queda otro remedio que integrarme entre ellos y saber responder como lo haría cualquiera de ellos.

Por ultimo, destacaría, que por el hecho de ser donde mayor tiempo pasamos, es muy importante que nos sintamos bien y no debemos dudar en buscar otro trabajo si esto no es así porque nos guste o no, forma una gran parte de nuestra vida y puede llegar a afectarnos seriamente en nuestra vida personal, no tener un trabajo que nos gusta o no tener una buena relación con los compañeros. 

miércoles, 20 de noviembre de 2013

¿Existe la amistad entre un hombre y una mujer?

Hace varias semanas en una de esas comidas que comparto diariamente con compañeros de trabajo surgió un tema muy interesante del que se estuvo hablando muchos días después.

Uno de ellos nos planteo su teoría de que un hombre no tiene amigas. Según su punto de vista un hombre siempre esta al acecho, sus intenciones siempre son "tener algo" con una mujer. Evidentemente estoy hablando de algo de índole sexual. Las chicas que allí nos encontrábamos aparte de reírnos mucho nos quedamos sorprendidas ante tal afirmación, pero a más de una por no decir a todas, nos hizo pensar en ello.

Al inicio yo defendí que eso no era así, pero lo cierto es que tras pensar mucho en ello llegué a la conclusión de que quizá su teoría no era tan rocambolesca. Pensé en mi vida, mis experiencias y las "amistades" que pasaron a lo largo de mi vida. Por alguna razón, toda la vida he tenido más amigos que amigas, supongo que el hecho de tener dos hermanos varones haya marcado en algo esta tendencia. Y lo cierto es, que pensando en ello, me di cuenta de que aquellos que yo consideraba amigos, en algún momento me propusieron tener con ellos algo más que una amistad.

Una vez que llegué a este punto empecé a analizar el porqué de que esto sea así. Y mi conclusión está basada en mi propia teoría, que no hace otra cosa que demostrarme que no estoy tan mal encaminada. Y me explico, según las definiciones más filosóficas y ancestrales de hombre y mujer, el hombre tiene tendencia a expandir, salir hacia fuera, del mismo modo que su órgano genital, es decir, el pene. En el caso de la mujer es el recogimiento, la protección, tiende a acoger, como es en su caso la vagina. Según esta explicación filosófica de la diferencia entre hombre y mujer, mi propia teoría es que el hombre es más primitivo en cuanto a los instintos sexuales, el hombre es cazador desde los inicios de su existencia, se dedicaba a cazar, mientras que la mujer se dedicaba al cuidado y protección de la prole, al recogimiento por tanto. 

Efectivamente, y menos mal, hemos evolucionado mucho en este sentido, ahora las mujeres también salen a "cazar" (trabajar) y los hombres también protegen y cuidan a los hijos. Pero en cuanto a las necesidades sexuales la evolución no es tanta. El hombre sigue siendo primitivo en este sentido, no ha perdido el instinto de caza con el que inició su existencia. Mientras que la mujer, en ese sentido, difiere bastante con respecto al hombre. 

No me gustaría ofender a nadie con lo escrito anteriormente, de hecho no quiero decir que el hombre sea más primitivo, me refiero en todo caso a su instinto sexual. Dicho esto, creo que esto explicaría perfectamente la teoría de mi compañero acerca de la amistad de un hombre con respecto a una mujer. Es bastante más probable que un hombre que tenga una amiga, en un momento dado, unas cervezas de más, un momento de guardia baja de la chica, aproveche la ocasión para intentar un acercamiento físico con su "amiga" mientras que en una mujer, es más difícil o menos habitual que pueda pasar esto. Por lo tanto se cumple la teoría, un hombre no puede tener amigas, podrá tener conocidas, compañeras, amigas de su pareja, parejas de sus amigos, pero no lo que comúnmente y socialmente conocemos como amiga. 

Esto no quiere decir que las mujeres no podamos tener amigos. Para nosotros si será un amigo, un amigo verdadero porque es menos probable que tengamos una segunda intención con el. Pero eso si, ¡chicas! como dice mi compañero cuidado con los que consideramos amigos que no nos pillen en un momento de bajón o con la guardia baja porque van a tratar de entrarnos fijo, jajajajaja.

Por ultimo, bajo mi punto de vista esto ni es malo ni bueno, simplemente es así porque nos guste o no somos seres distintos, con necesidades diferentes, con un predominio de hormonas distintas que nos hacen comportarnos de manera diferente sexualmente hablando. Por suerte, la última palabra la tenemos nosotras y con decir no, poner los limites claros y entender el porque las cosas son como son, no tiene porque verse perjudicada ninguna de las amistades que tengamos porque nosotras sí podemos llamarlos amigos. 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Porqué las madres se sienten culpables

Desde qué desempeño mi papel de madre, hace ya algo más de 4 años, he podido experimentar este sentimiento en multitud de ocasiones. Si algo he comprobado a lo largo de este tiempo, es que es un sentimiento común prácticamente compartido por todas las madres que conozco.

Tras el trabajo y la gran ayuda de mi buena amiga y coach, he aprendido que el sentimiento de culpa se arrastra prácticamente desde que nacemos. Es algo que puede afectarnos ya en el vientre materno y que después podemos absorberlo a través de nuestros padres o cuidadores bastante fácilmente por el simple hecho de ser como esponjas los primeros años de vida. 

Por lo tanto, de adultos, podremos sentir culpas heredadas, que no nos pertenecen realmente a nosotros y que se suman a las que nosotros mismos sufrimos. De lo que más puedo hablar es de la culpa que se experimenta como madre pues es la más reciente que he tenido que resolver y que hoy por hoy, todavía continúo resolviendo. 

Por un lado, está la culpabilidad que sentimos debida a la presión social. Mensajes que recibimos a través de los medios de comunicación, amigos y familiares que juzgan nuestra forma de actuar como madres. Esto nos genera inseguridad en lo que hacemos, porque ya no sabemos sí está bien o esta mal, o si podríamos hacerlo mejor. Quizás esta sería la mejor definición, una sensación constante de que podríamos hacerlo mejor. Llegamos a sentirnos culpables hasta cuando el niño se pone enfermo.

Por otro lado, este sentimiento también viene determinado por la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Hoy en día, la mujer suele trabajar fuera de casa lo que le impide criar a sus hijos durante los primeros años de vida, en los cuales la madre se siente más apegada a ellos y a su vez los niños a su madre. Normalmente esto suele ser por necesidad en la mayoría de los casos, muchas veces no puede ser de otra manera realmente, en otros casos la misma sociedad de consumo de manera inconsciente nos ha creado la necesidad de tener más, de comprar, un coche, una casa, ropa de marca, y un sin fin de gastos que probablemente muchas veces y si nos paráramos a pensar por un momento, podríamos reducir al máximo y dedicarle el tiempo a los niños cuando realmente nos necesitan las 24 horas, que son los 3 ó 4 primeros años de vida. Esta situación, ya sea por necesidad o por inconsciencia social, empujados por esta sociedad de consumo y su sistema capitalista, genera en las madres un sentimiento de culpa bastante difícil de resolver y de llevar. 

Luego existe el caso de personas como yo, que trabajamos fuera de casa pero que además nuestro trabajo nos gusta, esto aumenta el sentimiento de culpa aún más. 

Este sentimiento tiene consecuencias para la madre y para los niños. En el caso de la madre genera un estrés bastante acusado que sumado al hecho de tener que andar corriendo todo el día, hace que se reduzca su nivel de energía, estando muy cansada a la hora de compartir el tiempo con los niños, que suele ser tras madrugar, trabajar y correr para llegar a todas partes a tiempo. Al estar más cansadas nos resulta más complicado establecer los límites, por otro lado, absolutamente necesarios, durante la infancia de los niños. Entre el agotamiento físico y mental, y el sentimiento de culpa que tenemos por no estar con ellos más tiempo, muchas veces somos más permisivas de lo debido y otras poco consecuentes con nuestros actos, porque sí ayer algo era que no, hoy puede ser que sí porque no tengo fuerzas para luchar. 

En el caso de los niños, las consecuencias son bastante evidentes en la sociedad actual. Cuando son pequeños, desorientación, porque un niño necesita que le pongan límites. De esta manera, él acaba entendiendo que a sus padres les importa y además aprende a diferenciar entre lo que esta bien y lo que esta mal, lo que le ayuda a orientarse en la vida y le hace sentir bien. Aunque pueda parecer lo contrario, un niño que haga lo que le de la gana y no tenga ninguna consecuencia, nunca aprenderá a distinguir lo bueno de lo malo y tampoco verá como autoridad a su madre, lo que a la larga, puede llevar a una adolescencia complicada, y a estas noticias que desgraciadamente en los últimos años se repiten preocupantemente de hijos que pegan a sus padres o que los tienen atemorizados. Puede parecer exagerado, pero evidentemente me estoy poniendo en un caso extremo para que se entienda lo mejor posible.

¿Cómo podemos resolver ese sentimiento de culpa?

Pues hay varios temas que debemos tener en cuenta para ello.

Primero, como madre, pararte a pensar en la posibilidad de dejar de trabajar. Si por necesidad económica no es posible, entenderte a ti misma, sentirte y darte cuenta de que no puedes sentirte culpable por algo que no puedes cambiar.

Si cambiando tu vida fuese posible dejarlo, también cabe la posibilidad de que te guste tu trabajo y esto lo haga aún más complicado. Cambiar de vida se dice fácil pero no lo es, por la educación recibida, por la presión social y porque es difícil que todos los miembros de la familia te acompañen en el cambio, entiéndase pareja, etc... Si te gusta tu trabajo y por lo tanto cambiar de vida se te hace más difícil aún, se debe ser consciente de la decisión tomada y entender que somos personas además de madres, con necesidades propias y eso no tiene porque martirizarnos a través de la culpa. 

Una vez entendido lo anterior, es decir, comprendernos a nosotras mismas, nuestras necesidades y lo que nos piden nuestras entrañas, entendiendo nuestro propio yo independientemente del rol de madre que estamos ejerciendo, tenemos que ser capaces de dedicar el mayor tiempo posible a nuestros hijos, pero tiempo de calidad. Comprender que mientras estas lavando los platos o recogiendo la casa, tus hijos están creciendo, que todo eso puede esperar, que sólo van a ser 3 ó 4 años lo que los niños van a  reclamarnos más tiempo. Jugar, reír, bailar con ellos un poquito cada día sin olvidar en cualquier caso, que tenemos que ponerles límites y que los actos tienen consecuencias, buenas o malas según la naturaleza del mismo. Y si somos capaces de cumplir la primera parte, liberarnos de ese sentimiento tan amargo como es el sentimiento de culpa, esos momentos, compartidos con ellos serán aún mejores porque tendremos más energía para dedicarles y a la vez mostrarles la autoridad como madre que como hijo deberá interiorizar.

Como digo, yo aún estoy trabajando en ello y sí algo he sacado en claro, es que todo debe hacerse en equilibrio. Es decir sí trabajamos hasta tarde, dedicaremos el tiempo que podamos a jugar con ellos, a compartir tiempo con ellos. En mi caso, muchas de las labores del hogar las hago cuando ya están dormidos.

Para terminar este post, enfatizaría en la importancia de dos cosas:

La primera, que ante todo, debemos entender que para bien o para mal, todas intentamos hacerlo lo mejor que podemos, lo mejor que sabemos hacerlo, comprender que podemos equivocarnos porque somos personas. Sí nos convencemos de que lo hacemos lo mejor que podemos, desaparecerá gran parte de culpa, lo que nos ayudará a nosotras mismas y a nuestros hijos, porque al estar menos "cargadas", tendremos más energía y más ánimo, lo que notáremos a la hora de poner límites a los niños y a la hora de jugar con ellos. 

Y segundo y no menos importante, recordar siempre que somos personas antes de nada, con necesidades, deseos, sueños y que también precisamos de algo de tiempo para nosotras y que, aunque trataremos de dedicarnoslo cuando afecte menos al tiempo que tenemos para dedicarles a ellos, debemos hacerlo por nosotras porque nos va a cargar las pilas y nos va a hacer sentir bien. Sal con una amiga, con tu pareja, práctica algún deporte una vez a la semana, date un gusto, de este modo, si tu estas bien por dentro, lo sentirás y lo sentirán por fuera.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Como llevar la vida desde el positivismo

Los seres humanos, al igual que el resto de elementos que están en nuestro planeta, somos energía. Dicha energía se va transmitiendo, renovando y absorbiendo por unos y por otros. 

Dependiendo de las emociones que sintamos en un momento dado, esta energía puede ser positiva o negativa. E incluso se transmite a aquellos que tenemos cerca haciendo que su energía pueda ser modificada hacia uno u otro lado. 

Todos en alguna ocasión hemos experimentado momentos buenos muy seguidos unos de otros, lo que llamamos de forma natural "una buena racha". Cuando algo nos hace sentir bien produce en nosotros energía positiva. Y cuando esto ocurre, debemos aprovechar el momento para entrar de lleno en esa especie de espiral de energía positiva porque, probablemente, nos seguirán viniendo buenas experiencias, momentos, vivencias, emociones agradables que nos harán sentir muy bien.

Sin embargo es fácil que esa espiral de positivismo se invierta y se convierta en negativa. ¿Cómo? Contaminándonos de energía negativa, normalmente contagiados por otras personas o por algún acontecimiento inesperado que puede dar un giro a nuestra energía negativizandonos si algo nos hace sentir mal. Y al igual que ocurre con la energía positiva, si no estamos atentos y no lo resolvemos desde la positividad, corremos el peligro de entrar en una espiral de negatividad. Y ahí podríamos entrar en una cadena de experiencias malas, emociones negativas que nos harán sentir mal, lo que comúnmente conocemos como una "mala racha".

Y, ¿cómo convertimos la energía negativa  en positiva? Resolviendo la situación desde la positividad. ¿Cómo? Comprendiendo que todo lo que nos pasa en la vida es por algo. Cada acontecimiento negativo lleva asociado una enseñanza, algo que debemos comprender y nos debe hacer madurar, evolucionar. Sí somos conscientes de esto, y por lo tanto capaces de interiorizar ese aprendizaje que la vida nos quiere dar, habremos hecho algo positivo y por lo tanto esa energía negativa inicial la habremos convertido en positiva rompiendo la espiral iniciada. 

En cuanto a las personas cercanas que desprenden energía negativa, si son nuestra gente más cercana, hijos o pareja, buenos amigos, podemos ayudarles a cambiar su energía con positivismo. Si no son tan cercanos tendremos que evitar esas relaciones en la medida de lo posible para que no nos contagien de esa mala energía. 

Evidentemente hay acontecimientos muy duros que harán difícil encontrar la fuerza suficiente para afrontarlos desde la positividad pero si llevamos un buen entrenamiento, puede que nos lleve más tiempo, pero seguro que lo lograremos. 

Por ultimo, si logramos llegar a este punto de consciencia podremos llegar incluso a crear nuestra propia realidad, pero esto lo explicaré en un post posterior, cuando yo misma me encuentre en ese punto ;-)