domingo, 14 de julio de 2013

Un sueño

El otro día soñé que miraba por la ventana y podía verte, jugando entre los árboles, saltando y riendo sin parar. Poco después me di cuenta de que era yo misma y el reflejo del momento que estoy viviendo.

Una sensación que nunca antes había podido sentir, una mezcla de ilusión, alegría, placer, fuerza, amor, pasión y ganas de comerme el mundo. Puedo decirlo por fin, he conseguido La Paz interior. Una sensación indescriptible que hace que cada mañana despierte con ganas de vivir y sentir el nuevo día. Emocionarme contigo, con el, con ellos, disfrutar de cada segundo aún sabiendo que seguro tendré que lidiar algún que otro "toro". Pero con esta fuerza, esta ilusión y esta energía positiva no hay obstáculo que no logre saltar. 

La soledad ya no es un problema, el miedo ha desaparecido, la angustia ha salido por completo de mi alma, ya no vivo esperando que pase algo como antes, lo que me permite disfrutar cada momento como si fuera el último. Con ganas de todo, sin miedo a nada, esperando el mañana como una nueva oportunidad de aprender, porque de todo lo que nos pasa, sea bueno o malo siempre hay una lección de vida. De la capacidad de aprender o no, de la atención que prestemos a cada hecho, dependerá que sepamos enfrentarnos de nuevo a ello en otra ocasión. 

Dicen de la felicidad que es algo efímero, que son sólo momentos puntuales, por eso hasta yo misma me sorprendo de que esta sensación dure tanto tiempo seguido. Antes cuando en algún momento me sentía así, pensaba que algo malo pasaría pronto seguro. Sin embargo ahora, ni siquiera pienso ni siento eso. Y lo cierto es que no pido nada más, sólo que pase lo que pase, siga siendo capaz de superarme cada día, y seguir creciendo en mi interior, ofreciéndome y ofreciéndote la mejor versión de mi misma. 

Y no se sí esta sensación durara para siempre, pero, desde luego, si esto que estoy viviendo es un sueño, no me despiertes que estoy durmiendo. 



miércoles, 10 de julio de 2013

UNA HISTORIA DE LA NIÑEZ

Ella no había cumplido los 9 años cuando su deseo al soplar las velas de cumpleaños, o al brindar tras las campanadas de fin de año, siempre era el mismo, que él dejara de beber. En una ocasión creyó que su deseo se había hecho realidad cuando poco tiempo después regresó a casa diciendo que iba a empezar a beber cerveza sin alcohol. Aún recuerda la alegría y la sensación de paz que invadió su pequeño cuerpo. Sin embargo, esta decisión duró poco tiempo y pronto la situación volvió a lo de siempre. Gritos, tensión y una falta de comunicación que no les permitiría nunca conocerse de verdad.

Es cierto que nunca fue agresivo con ella físicamente aunque psicológicamente era otra historia. Recuerda desde bien pequeña sentir cómo parecía que se le iba a salir el corazón del pecho sólo con escuchar el sonido de la llave entrando en la cerradura. Recuerda saltar como un resorte desde el sofá para irse lo más rápido posible a la cama pensando, qué sería esa noche, a quien le tocaría soportar sus gritos y su mal humor en primera persona. Durante mucho tiempo ella sintió miedo, mucho miedo. Este miedo le parecía bastante irracional, pero con el tiempo se ha podido dar cuenta de que a una niña se le ocurren un montón de cosas por la cabeza que podían pasar. Hasta donde llega su memoria, recuerda que en su mente le comparaba con el Dr. Jekill y Mr. Hyde. Por la mañana, recién levantado estaba tranquilo, no había tensión, era tolerante, no muy cercano pero de trato normal. Pero a la noche se convertía en alguien diferente, parecía otra persona, Mr. Hyde, estaba siempre enfadado y pagaba su frustración con el primero que se le cruzara. Con el paso de los años el Dr. Jekill dejo de aparecer y la mayor parte del tiempo convivía con Mr. Hyde. 

Y así fue creciendo, presenciando situaciones desagradables y difíciles de entender para la edad que ella tenía. Palabras que minaban su autoestima, decisiones irracionales que le llenaban de rabia e impotencia, un trato machista que provocaba en ella sentimientos de odio y a la par de culpabilidad por no sentir amor hacia el. 

Con los años la necesidad de ayuda en forma de tratamiento médico que fue necesario para superar la ansiedad que sentía sólo con verle. 

Ahora esa niña ya es una mujer que puede mirar atrás sin sentir rencor, sin sentir miedo, sin sentir culpa. Con la capacidad de agradecer lo bueno que también le dio. Cosas materiales que hubiera cambiado sin ningún tipo de duda, por escuchar un te quiero de sus labios, o un, tranquila hija, todo va a salir bien. Agradecer sin duda lo mucho que le enseño todo lo vivido a su lado para saber ahora tratar a sus hijos con todo el respeto posible para que no pasen en absoluto ni un sólo segundo de miedo. 
Con el maravilloso poder de perdonar todo aquello que durante su tierna infancia le hizo sentir. Con la fuerza suficiente para pedirle perdón por no haber sido capaz de comprenderle antes, pues al fin y al cabo dentro de el tambien había un niño muy herido al que nadie supo enseñar a demostrar sus emociones, a expresar sus sentimientos, un niño al que le daban chupitos de aguardiente cuando tan sólo era un bebe para acallar su llanto. Un niño al que incluso le practicaron un exorcismo para ver si así dejaba de llorar. 

Es sin duda una niñez que dista mucho de la que ella le dará a sus hijos, y que le gustaría profundamente que hubiera sido de otro modo, pero al menos ha sido capaz de evolucionar para ver lo que se esconde tras todo aquello e interiorizar infinidad de enseñanzas que todo ello le ha proporcionado. Una niñez que ya no le duele recordar sino fuera porque no les permitió a ninguno de los dos conocerse de verdad. 

Una niñez que ahora le ha hecho una adulta fuerte, con las ideas muy claras y con la misión de no cometer los mismos errores con los que ahora son sus niños. 

Una niña de la que yo ya no me olvido, porque aquella niña fui yo. 

jueves, 4 de julio de 2013

TU RECUERDO

Toda mi vida me ha encantado observar la luna, sobre todo cuando es llena. Y si además puedo estar sentada frente al mar, el momento resulta aún más mágico. Siempre que se dan estas circunstancias me cuesta muy poco interiorizar dentro de mi y empezar a pensar en muchas cosas. Con el suave sonido del va y ven de las olas, con la brillante luz de la luna reflejada en sus aguas, me siento sobre la fina arena, rodeo mis rodillas con mis brazos y respiro profundamente. Entonces vienen a mi mente un montón de pensamientos que me hacen sentir emociones muy intensas y especiales. 

Sobre todo me acuerdo de mucha gente, mi madre, mi padre, mi familia en general, amigos especiales, mi niñez, y por increíble que parezca siempre acabo acordándome de ti. Y es curioso porque apenas pude conocerte ya que creo que ni siquiera había cumplido un año cuando te fuiste. Sin embargo me han contado historias increíbles sobre ti. Jamás he oído ningún comentario negativo sobre tu personalidad. He podido ver fotos tuyas y alguna de ellas sosteniéndome en tu regazo. En estas fotos, ya se podía ver tu mirada triste, cansada, como si supieras que te quedaba poco tiempo de vida. Incluso algunas cosas que decías a mi madre, parecía indicar que no te quedaba mucho tiempo. Tampoco es de extrañar, tras una vida llena de historias duras. Una guerra, muchos años difíciles de postguerra, una vida dedicada al trabajo y a la familia. Una mujer que no supo jamás apreciar al maravilloso ser que tenía a su lado. Supongo que todo ello te llevo a una muerte demasiado temprana que lamento profundamente por no habernos dejado disfrutar de ti durante más tiempo. De mi dicen que era un bebe muy llorón, pero seguro que contigo no lloraba porque si sólo con ver esas fotos ya puedo sentir tu ternura, me puedo imaginar como podía sentirme al estrecharme  entre tus brazos. 

Siempre he creído que sigues ahí, que un trocito de ti quedo en nosotros, sobre todo en el corazón de mi madre que siempre se ha lamentado por no tenerte a su lado y que cree, profundamente, que su vida habría sido muy distinta de haber podido contar con el apoyo incondicional que siempre le brindaste. 

Espero que tu alma haya encontrado un cuerpo en el que evolucionar y que tu esencia este siendo disfrutada por otras personas. Quien sabe, quizá no estés tan lejos y por eso pese a no conocerte apenas, me acuerde tanto de ti. 

Estoy deseando volver a la playa en mis próximas vacaciones, para poder disfrutar de nuevo de esos momentos, de esos pensamientos, de esos recuerdos, porque pese a no haberte podido conocer de verdad, te llevo en el corazón. Te quiero abuelo.