viernes, 23 de agosto de 2013

La importancia de aprender a decir NO

Esta entrada la escribo porque alguien especial me lo ha pedido. Se trata de una joven brillante que a pesar de su corta edad, tiene mucho interés por aprender sobre algunos temas e inquietudes poco frecuentes en los adolescentes actuales. Una chica especial que estoy segura que algún día será una gran médico.

De inicio me gustaría aclarar que no soy Psicólogo ni experta en nada, lo que voy a exponer se basa en la información que he podido recopilar a lo largo de varios años y sobre todo de la experiencia que he adquirido en los diferentes roles que he podido cumplir en mi vida hasta ahora, como niña, como hija, como adolescente, como adulta, como pareja y en los últimos 4 años como madre.

El aprendizaje del NO comienza a los pocos años de nacer. Aproximadamente entre los dos y los cuatro años (meses más, meses menos) todo ser humano pasa por una etapa específica llamada "autoafirmación" o lo que comunmente llamamos "el niño no" o los "terribles 2 años". Esto significa que el bebé que somos cuando nacemos evoluciona para convertirse en niño. Al nacer, como bebé, y hasta más o menos los 18 meses-2 años, sentimos que somos parte de nuestra madre. Es decir somos como una extensión de nuestra madre y sentimos, pensamos que nosotros somos ella. Pues bien, a partir de los 18 meses aproximadamente, evolucionamos y nos damos cuenta de que somos seres diferentes, que "no somos mamá". Por eso la forma de "autoafirmarnos" como persona individual y ser ÚNICO es negando al otro. Yo me doy cuenta de quien soy negando al otro. Es decir, yo puedo decidir, opinar y hacer de forma diferente, a mamá y papá en primera instancia y frente al resto de personas que forman parte de mi vida.

Aquí comienza una de las etapas más difíciles para los padres, y hablo por experiencia porque ahora mismo estoy en plena autoafirmación de mi príncipe. Pero a la vez experimentando el final de esta etapa con mi princesa.

¿Cómo actuar como madre/padre/cuidador?

Desde mi punto de vista y con toda la información de la que dispongo, si quiero que el día de mañana mis hijos sean mentalmente sanos tendré que armarme de paciencia y darles su tiempo. Es decir, la primera respuesta por parte del bebé a una orden o petición será decir NO. Por experiencia puedo decir, que esperando un tiempo prudencial él mismo efectuará lo que le hemos pedido, pero será decisión suya y no tuya. Lo cierto es que hoy en día siempre vamos corriendo a todas partes, el tiempo no es precisamente lo que sobra y muchas veces, demasiadas, se nos hace imposible dar ese tiempo del que no disponemos. Entonces otra táctica consiste en negociar, OJO no digo amenazar, ni coaccionar, solo negociar. Por poner un ejemplo. Mi pequeño príncipe le encanta explorar, irse a su bola, y no le supone ningún problema que yo le diga, me voy ahí te quedas. No sale corriendo detrás de mí precisamente. Puede quedarse ahí donde haya decidido quedarse durante bastante tiempo. Lo que he experimentado últimamente es que esperando acaba siendo más fácil que vuelva a venir conmigo. Lo que hago es que me quedo en algún lugar donde no pueda verme y yo si le vea. Le observo y se que mira a ver si me ve y se va acercando, hasta que me ve y vuelve al sitio donde estaba. Entonces me acerco y le explico que por favor, venga conmigo porque tengo que hacer X y me gustaría que viniera conmigo. Puede que alguna vez me haya vuelto a decir que NO, pero lo más habitual es que me acabe diciendo "valeee mamaaaa (¡¡¡tono de qué pesada eres!!!)". Y se viene. Si calculo el tiempo que me lleva esta situación, rara vez supera los 5 minutos. Soy humana y alguna vez pierdo la paciencia y he experimentado lo que ocurre cuando "le obligo a venir". Pataleta, llanto, tirarse al suelo y en definitiva frustración.

Llegados a este punto me acuerdo de muchas opiniones que suelen regalarme, familiares, amigos, acerca de esto. "Es que tienen que aprender a afrontar la frustración porque sino se convierten en niños mimados a los que se les consiente absolutamente todo y claro luego de mayores cuando algo les sale mal se hunden, se drogan o vete a saber que más".

Como opinión, la acepto, pero no la comparto. Bajo mi punto de vista, y repito, como experiencia personal, y por toda la información que he podido obtener sobre el funcionamiento de la mente y su conexión con el corazón, al niño no le queda otra opción que aprender a afrontar la frustración desde bien pequeño. Por poner un ejemplo. Desde que nace surgen situaciones que para un bebé son realmente frustrantes. Tener que esperar minutos, que para un bebé que no tiene concepto de tiempo le parecen horas, para comer, obtener atención, cariño o lo que necesite en ese momento, porque nosotros no podemos por lo que sea. Tener que separarse de su madre porque tiene que irse a trabajar. Ir a una guardería, o ser cuidados por alguien que por mucho que le quieran, no son su madre. Después más mayorcitos no poder jugar cuando quieren porque los papás tenemos que hacer otras cosas y tienen que dejar lo que estén haciendo para venir con nosotros. En fin, para nosotros "tonterías" pero para ellos probablemente problemas que a nuestro nivel de madurez pueden asemejarse  a las ganas de llorar que nos entran cuando recibimos una multa o cuando nos toca pagar a hacienda. Y aquí llegamos al punto de poner límites. Es muy importante poner los límites a un bebé o niño, indudablemente, pero deberíamos ser conscientes de que es igual de importante entender que son seres distintos a nosotros, con gustos distintos, deseos distintos y que por lo tanto debemos respetar como lo haríamos con cualquier adulto. Algo que funciona muy bien para saber hasta que punto podemos ceder es preguntarnos, ¿qué es lo peor que puede pasar? Por ejemplo:
  • Se quiere poner unos zapatos que desde luego no van en absoluto con la ropa que lleva. Podré intentar explicárselo, pero si sigue en su empeño, no le voy a obligar. Lo peor que puede pasar es que no vaya a la moda.
  • No quiere ponerse las zapatillas en casa. Todos los niños, o al menos la mayoría les encanta ir descalzos. ¿Qué es lo peor que puede pasar? En verano que se ensucien los pies, se les limpia un poco con una toallita de bebé antes de irse a la cama y santas y muy buenas. En invierno, que se constipe. Le diremos que puede ir sin zapatos pero con calcetines explicando el porque de manera sencilla, o incluso compraremos unos calcetines de esos con suela del personaje que más le guste.
  • No quiere ponerse el cinturón del coche. Cuando se trata de su seguridad evidentemente debemos de ser tajantes y no ceder en absoluto. En ejemplos como este es evidente que habrá que obligarle a ponérselo y aguantar la consecuente rabieta. Con cariño, y una vez que se le pase, le podemos explicar el porqué de que sea imprescindible que se ponga el cinturón. Y aunque probablemente tengamos que repetir lo mismo en varias ocasiones, acabará entendiendo y aprendiendo a distinguir cuando algo es negociable y cuando no lo es, e interiorizando la protección de sus padres. Y no menos importante es no mostrar enfado, agresividad verbal o fisica por su negativa,  por su comportamiento, pues los niños aprenden del ejemplo que les daños y si logramos controlar nuestras propias emociones les enseñaremos a ellos a hacerlo también cuando sean adultos, y les enseñaremos a entender la frustración del otro, a empatizar. 
Sólo son pequeños ejemplos de cómo se puede actuar respetándolos como personas que son y tratar de empatizar con ellos para entender lo que sienten. Y sobre todo, preguntémonos si realmente no podemos dedicar 5 minutos a cada una de estas situaciones, y en caso de que realmente no los tengamos, tratar siempre con cariño y mediante juegos llevar al niño al terreno que necesitamos llevarle en cada momento. Entender su frustración y permitirles llorar, patalear o desahogarse, limitándonos a guiarles para que expresen todo eso de la mejor manera, pero nunca frenarles o prohibirles el llanto o desahogo de la frustración.

Por otro lado, de igual modo que en su caso dicen que NO a todo, tampoco toleran demasiado bien una negativa por respuesta. El método sería el mismo, preguntarse ¿qué es lo peor que puede pasar? Siempre que sea posible darles lo que piden pero cuando ello no sea posible o no sea bueno para él, esperar a que se le pase la rabieta, del mismo modo que en el caso anterior, incluso darle alternativas y cuando esté tranquilo explicarle el porque de nuestra negativa ayudándole a poner palabras a lo que siente, "se que estás enfadado porque quieres que te compre ese coche, pero cariño, no puedo comprarlo porque no tengo el dinero que cuesta, cuando tenga dinero, venimos y lo compramos" ó "se que sientes rabia porque quieres ir al parque, pero ahora no podemos ir. Si quieres cuando comamos (o después del cole, o mañana o cuando sea) nos bajamos un rato al parque".

¿Por qué me he "explayado" tanto en explicar esta fase de nuestra niñez? Porque de esta fase dependerá bastante cómo nos comportemos de adultos con respecto a dar una negativa. Por experiencia propia y por evolución de la sociedad desde siempre se ha dicho que los niños deben hacer lo que dicen sus padres sin rechistar porque para eso son los padres. Y si no cachete al canto y verás como a la siguiente no dice que no. Es hoy y son muchos los padres que consideran que lo de antes era educación y lo de ahora con tanta psicología solo engendra futuros niños vagos, que no valoran nada y sin ningún valor. En mi humilde opinión es todo lo contrario. Esa educación de la vara, mano dura, o como queramos llamarlo, no hace más que generar adultos con baja autoestima, muchas veces con tolerancia cero a la frustración y sobre todo complacientes con los demás.

Y aquí es donde quería llegar. No son pocas las personas que llegadas a adultas, no son capaces de decir que NO por no molestar al otro, por no quedar mal, porque se supone que es lo que debe hacer... del mismo modo que los niños acaban por no contrariar a papa o mama para que no se enfaden o le den un cachete. Pero todo esto ocurre principalmente, porque la autoestima no es la adecuada, y necesitamos el beneplácito, la aceptación de los demás, convirtiéndonos en seres complacientes. Sin embargo, esto por regla general, nos produce frustración, estrés y aquello de, siento una bola en el estómago y no se porque. Y ahora si que hablo desde mi propia experiencia, desde luego. De un tiempo a esta parte, y con ciertos trabajos profundos de por medio, he aprendido a escucharme, a sentirme con el corazón. Cuando me proponen algo no doy una respuesta inmediata, lo medito, me siento y sobre todo veo lo que siento de corazón olvidándome de la mente por un momento. Y ahí obtengo la respuesta. Y si algo puedo decir es que es absolutamente gratificante lo que sientes cuando dices que NO por primera vez.

Debemos tomar conciencia de nosotros mismos, y darnos el valor que merecemos para nosotros mismos, ese valor que probablemente desde niños, por ignorancia de nuestros padres, por costumbres sociales del tiempo que nos tocó vivir, por reglas de sociedad, nos quitaron o nos hicieron creer que no teníamos. Una vez entendido esto, podremos empezar a curar nuestra autoestima dañada, porque empezaremos a hacer caso de lo que sentimos olvidándonos de todo lo que nos han metido en la cabeza desde siempre, porque eso es solo información, que puede ser buena o mala, pero si algo nos asegurará el éxito en nuestras decisiones, es tomarlas desde el corazón, ahí si que no hay posibilidad de fallo.

Dicho lo cual, considero que es absolutamente necesario para crear adultos psicológicamente sanos, desarrollar la autoestima en nuestros niños, tomar conciencia de las fases por las que pasa una persona hasta convertirse en adulto. Si conocemos estas fases, entenderemos mejor el comportamiento de nuestros hijos, les ayudaremos de verdad si no minamos su autoestima y aprenderán los verdaderos valores que deberíamos tener y no los que por sistema intentan que les inculquemos para que el día de mañana sean robots sin voz ni voto porque no son capaces de escucharse. 

Y nosotros como adultos, debemos tomar conciencia de nosotros mismos y sanar lo que una educación equivocada, por ignorancia o por aprendizaje de nuestros progenitores nos ha dañado, porque no sólo nos ayudara a sentirnos mejor con nosotros mismos, sino que nos hará capaces de transmitirlo a las generaciones venideras. 

Si aprendemos a decir NO, aprendemos a respetarnos, si nos respetamos a nosotros mismos, entonces y sólo entonces seremos capaces de respetar a los demás. 

martes, 13 de agosto de 2013

Feliz cumpleaños princesa

Hoy ha sido un día muy especial. Hoy hemos celebrado que hace cuatro años llegaste a este mundo. En mi recuerdo queda tu llegada grabada a fuego. Nunca olvidare esa sensación al sentir tu salida desde mis entrañas, al ver tu carita por primera vez, y mis lágrimas corriendo por mis mejillas agradeciéndote infinitamente que me convirtieras en madre. Y aunque es cierto que la experiencia de un nacimiento siempre es especial, lo cierto es que la primera vez es más emocionante. Porque tu y sólo tu me convertiste en madre. 

Después aprender junto a ti, acompañarte en tus primeras veces, esa sensación de saber que he dado vida. Y lo cierto es que no es todo idílico, son muchos los problemas y preocupaciones, de inicio por inexperiencia y después poder entender cada una las fases por las que se pasa en la vida y que cuando nos convertimos en adultos dejamos de recordar. 

Gracias a ti he aprendido que eres única, que debo respetarte y entender que eres como eres, aceptarte tal cual sin etiquetarte, tratando de no influir en absoluto en tu personalidad. Por todo ello te prometo que aunque no seas una niña excesivamente cariñosa, nunca dejare de darte todo el amor que precises. Te prometo que aunque no te
guste dar besos, siempre que lo necesites yo te daré todos los besos del mundo. Te prometo que como no te gusta destacar entre los demás, yo nunca te obligare a hacer nada que no quieras hacer en público. 

Perdóname si alguna vez cometo errores pues yo también estoy aprendiendo contigo. Disculpa mis enfados cuando me cuesta entender como te sientes, te prometo que te ayudare a expresar las emociones de la mejor manera posible sin reprimirte. 

Este año ha sido muy importante porque has dejado de ser un bebe para ser una niña. Una niña preciosa, mi princesa, capaz de hacerme reír hasta en mis peores momentos. Capaz de darme amor sin abrazos ni besos. 

Espero que en esta nueva etapa, con lo que ya hemos aprendido juntas, pueda guiarte del modo más sano y protegerte hasta un punto adecuado sin olvidarme que tendrás que aprender a desenvolverte en la vida por ti misma. 

Espero poder seguir compartiendo juegos y risas contigo siempre que así lo quieras, y poner mi granito de arena para que seas lo más feliz posible. Que tu alma pura y limpia, mantenga su esencia intacta. 

Que sepas que te quiero cuando ríes, te quiero cuando lloras, te quiero cuando estas tranquila, te quiero cuando estas enfadada, te quiero cuando no quieres guardar los juguetes, te quiero cuando no quieres bañarte, te quiero cuando no quieres comer, te quiero cuando duermes, te quiero cuando me llamas por las noches, y si algo puedo afirmar fehacientemente, es que te querré el resto de mi vida. 

Feliz cumpleaños mi amor, 4 años junto a ti, llenos de experiencias y lecciones, emociones y juegos. Pero por encima de
todo, 4 años de amor absoluto. 

Con todo el amor de mi corazón para mi pequeña princesa Noa. 



martes, 6 de agosto de 2013

Un MAR de sensaciones

No me canso de admirarte. Llevo ya un largo rato mirando el ir y venir de tus aguas en forma de olas. Tu brisa acaricia mi piel suavemente mientras respiró con una sensación de infinita libertad. Tu fina arena tapa mis pies desnudos provocando esa sensación que con cada pisada reconozco como un suave masaje. La luz del sol te ilumina haciendote más bello si es que es posible. 

Y aquí sentada sobre la toalla quedo embobada mirando tu horizonte infinito, mientras decenas de pensamientos pasan por mi cabeza en armonía con la emoción que me produce estar a solas contigo. Porque es cierto que mi vida actual no me permite demasiados momentos de soledad. Y ahora que lo tengo, puedo sentirme profundamente, incluso dejando de escuchar los gritos y las risas de los niños que juegan cerca de mi. Envolviéndome en ese halo de tranquilidad que siento cada vez que estoy cerca de ti. Ese olor indiscutiblemente tuyo que invade cada rincón. 

Y es que si algo se de mi futuro es que algún día viviré cerca de ti, donde pueda observarte siempre que quiera y donde se que tengo un lugar que armoniza mis sentidos y une mi mente y mi corazón como nada puede hacerlo. Sueño en infinitas ocasiones contigo y ahora que estoy aquí me gustaría convertirme en sirena para hacerte mío.

Nada hay como tu para darme paz, no imagino melodía más bella que el sonido de tus olas, no existe otro lugar que me transmita tanto, eres la mejor definición de felicidad para mi. 

Y mientras que ese futuro no llegue, prometo que te visitare siempre que me sea posible. Porque sólo con mirarte en tu inmensidad, me siento afortunada y la persona más feliz del mundo. 


viernes, 2 de agosto de 2013

Final de una emotiva y sacrificada etapa

Han sido más de tres años, con un descanso de 6 meses entre medias, de lactancia. Creo que puedo dar por finalizada esta bonita y a la vez dura etapa de mi vida. Siempre supe que cuando fuese madre iba a dar el pecho a mis hijos y por suerte así ha sido y lo he podido hacer hasta que ellos lo han decidido dejar. 

Una etapa realmente hermosa por el sentimiento de cercanía, ternura y profundo amor que se ha despertado cada vez que he dado una toma. Poder ver los ojitos de mis bebés observándome mientras con una mano me abrazaban y con la otra me acariciaban. Poder sentir su calor y esa sensación de plenitud que me regalaba cada momento que podía sentirles tan unidos a mi. 

Una etapa dura y sacrificada por los momentos difíciles que no han sido pocos. Al principio las lágrimas se me saltaban por el dolor que produce hasta que se establece definitivamente, por esas grietas que incluso sangran durante las tomas. El sacrificio de dejar de hacer ciertas cosas que quizás me apetecía hacer pero no debía por el bien de ellos. Las noches de infinitos despertares para saciar su necesidad de alimento y muchas veces de cariño que reclamaban a través del pecho. 

Lo volvería a hacer una y mil veces porque para mi y en mi humilde opinión, es una de las mejores sensaciones que he podido experimentar como madre y una de las experiencias que me han ayudado a sentirme realizada como persona. 

He recibido muchas críticas por dejar que ellos decidieran hasta cuando, pero nunca he dudado sobre lo que quería hacer y me siento enormemente orgullosa de que haya finalizado cuando ellos lo han decidido. Y repito, lo volvería a hacer una y mil veces. Por ellos porque estoy convencida de que la naturaleza es sabía y no hay nada mejor que la leche materna para un bebé. Porque para ellos no sólo es alimento, es seguridad, cariño y apego. Porque para mi, dentro de las dificultades, han sido muchos los momentos que he podido disfrutar de su calor, sus tiernas caricias y sus inocentes ojos mirando mi rostro. 

Sabía que esto tendría un final y ahora que ha llegado, puedo definirlo como una de las experiencias más enriquecedoras, tiernas y bonitas de mi vida a pesar de los inconvenientes y críticas que me he encontrado. 

He de decir que leí mucho acerca de lactancia, busque información siempre que tenía cualquier inconveniente y en conclusión saque que los pediatras saben de enfermedades pero muy poco de crianza, me di cuenta de que mi naturaleza interior esta más del lado de la crianza natural. He aprendido en cualquier caso a respetar a todo el mundo. Aquella madre que no quiere dar el pecho a su bebe merece todo mi respeto igualmente. Aunque me hubiera gustado que respetaran mi decisión de dejar que fuesen ellos los que lo dejarán como lo han hecho, de forma natural, sin haberles negado nunca una toma y habiendo respetado sus tiempos. Pero me gustaría desde aquí animar a aquellas madres que deseen dar el pecho a sus hijos, que se informen, que no decaigan en su empeño y que sepan que son pocos los casos en los que una madre no puede amamantar a su hij@. 

En definitiva, una maravillosa y a la vez sacrificada etapa que da paso a otra nueva que sin duda estará llena de buenos y malos momentos, pero que me enseñaran y me permitirán disfrutar de ellos desde una nueva perspectiva sabiendo que algún día echarán a volar. Esperando  ser capaz de ayudarles en todo lo que me necesiten y convencida de que seguiré haciéndolo desde el respeto que merecen y dándoles para todo el tiempo que ellos precisen.